Andres Caicedo: el cuento de mi vida

enero 04, 2008


4 de marzo de 1977, 11 am


“Aparece Patricia, ven a mí, vente conmigo nuevamente... Te adoro, te idolatro, si no puedo vivir sin ti llevaré, supongo, una especie de antivida, de vida en reverso, de negativo de la felicidad, una vida con luz negra. Pero brilla el sol, tú puedes estar cerca. Ahora salgo a buscarte. Amor mío.” Así finaliza, literalmente, la última carta de Andrés Caicedo, aparecida en “El cuento de mi vida”, de la colección Historias no contadas de Editorial Norma. Han llovido las críticas, y los elogios. Desmesurados ambos para un libro tan anémico y escueto. Nicolás Morales, columnista de ARCADIA, dijo en la columna Sopor i Piropos del pasado diciembre que "Andrés Caicedo se revolcó en su tumba", que "Editorial Norma nos sorprendió con un librillo de menos de 70 páginas que anunciaba la recta final del más atravesado de los escritores colombianos". Que "todos caímos en la operación comercial post mórtem mejor montada desde José Eustasio Rivera: pocas páginas, texto en grandes fuentes y un ejercicio de nostalgia familiar muy poco adecuado para nuestro consagrado besacalles". Liliana Matos, en http://www.colombia.com/ dice por el contrario que "Leer estas memorias inéditas es como mantener una conversación con el escritor caleño que hizo parte del llamado grupo de Cali integrado también por Carlos Mayolo, Luis Ospina y Sandro Romero, todos ellos aficionados al cine. Es imaginarse una película de su vida: Andrés de niño, expulsado de varios colegios incluso desde kinder. El Andrés tímido con las mujeres pero enamorado como él solo. El Andrés rebelde con su familia pero apasionado por el Cine Club. El Andrés que le tenía miedo a la soledad, incluso, a la misma vida.Esta es la película que plasmaron sus hermanas al recopilar estos escritos bajo el nombre de “El cuento de mi vida”.

¿Leer para creer?

Yo lo leí en Bogotá hace tres meses. Es en realidad un libro engañoso por su volumen. Y con una prosa má bien sosa e infantil que me hace suponer el desprecio de Caicedo a semejante canallada. Hay mitos literarios que es necesario realzar. Norma lo sabe. Pero lo hace mal. Sobretodo ahora que pretenden hacer del 2008 el año de la "internacionalización" de Caicedo y de su obra más enjundiosa. Alberto Fuget, escritor chileno, ha empezado una cruzada personal desde su blog http://www.albertofuget.blogspot.com/ para llamar la atención sobre Caicedo. Sandro Romero acaba de publicar lo más cercano a una biografía de Andrés y el otro peso pesado del grupo de Cali: Carlos Mayolo. Entusiasmado por empezar el año con una nota bibliográfica para este blog, le escribí dos preguntas a Harol Alvarado Tenorio, editor de la revista Alquitave, amigo personal de Caicedo (que aparece mencionado en el libro con nombre propio y con siglas), y quien lo vio la mañana del 4 de marzo paseándose por Cali con el primer ejemplar de Qué viva la música recién editado. Le escribí con el pretexto de salir de una duda: señor Tenorio, le dije: ¿Debemos suponer que la sigla HAT que aparece en la última carta de Andrés Caicedo corresponde al nombre Harol Alvarado Tenorio, y que por tanto, usted es quien vio el primer ejemplar de Qué viva la música en manos de Andrés el mismo día que lo recibió de por correo y el mismo día que se suicidó en Cali? Hubiera querido preguntar otra cosa. Una infidencia que es la primera que salta a la mente: el por qué los celaba de ese modo enfermizo la tal Patricialinda, la anónima, la que demandó a Norma porque después del documental de Luis Ospina quedó como la dama liberada, la novia de todos los de Cali, la moza y la musa (y después de este libro queda como una idiotica ante los muchos inocentes que aun ven malditismo en el suicidio de Andrés, y no lo que en verdad fue: una pataleta, una mera pelea de novios con intento de suicidio salido de madre... ) Hubiera querido preguntar algo como eso. Pero mejor no. ¿A la literatura qué le importa las peleas de novios?



Le pregunté mejor qué tipo de libro era ya que muchos aseguran (entre ellos, Sandro Romero) que ni siquiera se trataba de un libro, porque eran simples pruebas de galeras para corregir la edición de Colcultura. Le pregunté si se acordaba, señor Tenorio. Que me ayudara con una evocación para escribir esta nota. Y eso fue lo que dije al último ser humano que vio y habló con Andrés antes del suicidio, con el ánimo de sacar de soslayo la prueba que confirmaría la única certeza y lo único interesante que pude sacar un lector de Caicedo al leer el libro endeble que publicó Norma: que Caicedo no pensaba, ni de chiste, sucidarse.
Que todo fue una equivocación, señores.
Que las mujeres...
Que bla bla blá


Y respondió Tenorio:

"Si, amigo: yo pasé la ultima noche de su vida con Andrés, y de eso habla en la carta que le escribió a su última mujer para que no se fuera. Y estuve con el veinte minutos antes de que se tomara los seconales. El libro era la primera edición de Colcultura, creo que el color era verde y llevaba las firmas de Cobo y Mutis.
Saludos

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