"El olvido que serás"

julio 08, 2009

I.
Indagatoria Apócrifa sobre el caso Abad Gómez y un cierto poema que no es de Borges


"El reinsertado declara que en el 25 de agosto de 1987, siendo las 5:50 de la tarde se ejecutó la orden dada desde la hacienda Las Tangas. Fueron 3 tiros de calibre 9 mm los que se llevaron la vida de "ese señor de gafas, que vestía una chaqueta negra, camisa y corbata". Antes de subir al Nissan Patrol facilitado para la operación por oficiales del F2, y debido a una sensación inexplicable de empatía hacia la víctima, se acercó al cadáver y hurgó en sus bolsillos. El billete de más alta denominación era de 5.000 pesos. El cadáver llevaba diez de esos billetes. Tres fue lo que le pagaron al entonces joven de 20 años por los dos crímenes que cometería ese mismo día. El sicario tomó los billetes y puso en su lugar el poema que le había dado expresamente dos semanas antes el mismo Fidel Castaño Gil en la hacienda Las Tangas. Luego murmuró "el olvido que serás, cucho" y subió al Nissan Patrol que se alejó hacia el centro de Medellín.
Las víctimas, lo supo al día siguiente en El Colombiano, eran el médico Héctor Abad Gómez, y el segundo Leonardo Betancurt.
¿Cómo voló de vuelta ese poema apócrifo de Borges trascrito de puño y letra de Héctor Abad Gómez y desde la hacienda Las Tangas directo al bolsillo del finado?
Fidel Castaño Gil, fundador de las Autodefensas Unidas del Córdoba y Urabá era oriundo de Amalfi y aficionado a comprar obras de arte para el solaz del guerrero..."

Así se fabrica un folletín de nota roja.
Y así otro de nota rosa:

II.
El poema

Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.
Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el fin, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quien fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.


Un autor de pastiches bien pudo haber escrito el segundo verso, sí.
Pero el primero sólo lo pudo hacer un metafísico. Ese verso solo lo pudo escribir alguien instalado con un pie en este lado (el de la vida) y otro en en la muerte: un poeta. Y solo podía llevarlo en un bolsillo de la camisa un tipo con un pie en el otro lado, un moribundo: uno de los más amenazados en un país que sentencia a muerte y al olvido a todo aquel que se atreva a mostrarle su brutalidad y estupidez. En estas polémicas entre falsarios (entre autores que se abrogan poemas ajenos y otros que los reclaman) los que investigan y los opinadores que median desde un tercer perfil, suelen olvidar lo esencial: ¿puede ser conmovedor un poema malo?, ¿puede el engaño ser arte?, ¿por qué llevaba Héctor Abad Gómez aquel poema en el bolsillo el día de su muerte?, ¿qué es lo intrigante?, ¿su autor?, ¿su veracidad?, ¿puede conmover un poema creado para otro fin?

III.
La polémica


Dando por descontado que con el artículo de Faciolince sobre el poema que apareció en el bolsillo de su padre muerto el periódico El Espectador vuelve a arrogarse una de sus viejas glorias: mantener en vilo al público durante tres entregas (yo por ejemplo no quise quedarme con el mal sabor de haberla leído en web y opté por comprar la última, impresa), el único que parece satisfecho con la polémica entre Faciolince-Alvarado Tenorio es Jean-Francois Foguel (comentarista de la violencia y la poesía que cree a Ingrid Betancurt el plus ultra de ambas tendencias). Foguel no puede creer que en Colombia se desate tamaña polémica por un pinche poema que se le atribuye a Borges y del que hasta María Kodama negó que fuese. Foguel no puede creer que en Colombia haya tanto desocupado culto. Como en Francia.
De otro lado, al final de la polémica, resulta que el poema todos se lo quieren inferir a Borges, y se acusa a Harold Alvarado Tenorio de no ser su autor. Cualquiera sonreiría, pasaría la página y pensaría que el juego en el que se la ha ido la vida a Tenorio dio resultado. De no ser porque los intelectuales selectos que ha usado El Espectador para hacer de opinómanos en la polémica aprovechan el cuarto de hora menos para defender la autoría de Borges que para irse en desmedro del poeta colombiano (en desagravio de viejas lides.)

En el periódico El Espectador del último domingo publican la carta de Tenorio a Héctor Abad con el despliegue por èl solicitado (no se iban a arriesgar a una demanda por suplantación de autoría), pero al mismo tiempo piden opinión a Piedad Bonnett, una de las damnificadas de la atrabilis del poeta. Por supuesto, la señora Bonnet cree que el poema es demasiado bueno para ser de Tenorio. Y su sospecha se fundamenta en esto: Tenorio es incapaz de hacer un poema medianamente bueno. Los argumentos que expone la señora son la mala calidad de los pastiches hechos por Harold para ironizar el Estilo de Bonnett (cuando lo hizo con su obra) y los pastiches que ha hecho con la obra de media docena de poetas. Se le olvida que imitar a Borges es como imitar a Dios, y que para imitarla a ella basta simplemente con oprimir los ollares con la yema de los dedos lánguidos de la mano izquierda mientras que la música que resulta es captada por el dedo que digita. De paso descalifica al descalificador: qué autoridad, parafraseo, puede tener un pastichero que utiliza de argumentos para menospreciar la obra ajena con ardides tan idiotas como el origen y la apariencia... Como si a un poeta no se le conociera por el rostro. Como si lo que anquilosó a la poesía colombiana no es haber sido el divertimento de una clase de oligarquía esnobista que se endilgó el derecho a impartir cátedra y dictaminar qué es o no es el arte mientras se liman las uñas.
Andrés Hoyos, otro damnificado de la atrabilis del poeta, es la autoridad a la que apela el periódico para objetivar la nota. Claro, es una autoridad, ex director de revista, ex hombre culto, ex gurú, ex hijo adoptivo de Fanny Mickey, ex semidios y accionista de una fábrica de concentrado. Él cree que el poema es de Borges. Se olvida de que no hay original si es mejor la copia. De paso, achaca la ira a del poeta a la "envidia", como si Tenorio hubiera enviado de consueta a Faciolince para escribir el folletín de tres entregas a El Espectador. Luego, el opinador corta por la tangente y dice que el único en capacidad de objetivar una verdad al respecto se murió en Ginebra. Se le olvida también que Borges era probablemente más ingenioso que todos los anteriores (juntos) y ante tal debate no hubiera hecho más que contribuir a su modo, borrando el rastro, atribuyéndole el poema quizás a Thomas Chatterton:
"poeta inglés del siglo XVIII que se inventó toda su obra (heterónimos incluidos) como si de una novela se tratara. Creó un sinfín de autores medievales, escribió las obras de cada uno de ellos y les dio vida propia: hizo que se conocieran entre sí, que se relacionaran, que se escribieran cartas, etc. Luego, cambiaba todas esas mentiras por dinero. Y ahora, hay que reconocer, porque es de justicia, que toda la obra falsa de Chatterton es su obra auténtica. Porque todo él fue falso y la falsedad, lo único auténticamente verdadero: Chatterton se suicidó antes de cumplir los dieciocho años. Hay un cuadro que representa ese momento. Su obra era ya grandiosa y él pasaría a ser parte de la leyenda del Romanticismo. Antes de morir, escribió esto: "Adiós, Bristol, inmunda ciudad de ladrillos. Amantes de la riqueza, adoradores del engaño."O sea: "Ahí os quedáis, tontos hijos de puta. Yo ya os he sacado todo lo que tenía que sacaros. Y de aquí me largo ahora mismo". (Albert Vázques) 

IV.
El autor (del poema)

Probablemente la capacidad invectiva de Tenorio es uno de los causantes del escaso aprecio que le tienen Bonnett y Hoyos y media docena de poetas en Colombia. Su antología de poetas colombianos, pastiches incluidos de Roca de Bonnett de Ignacio Escobar, es una verdadera masacre. Pero al fin y al cabo, ¿qué es una masacre en un país tan acostumbrado a la desgracia que una nueva tragedia poco le concierne? Otra masacre más. Literaria. Desde la trinchera de la "biografía imaginaria", pasando por la anécdota elevada a una de las bellas artes, la traducción (Eliot, Cavafis, Lu Zung) hasta el libelo, el pastiche y el palimpsesto, lo que caracteriza a Harold Alvarado y a su obra es ingenio, invención y humor negro. En El Espectador han dicho que Tenorio es un poeta "Extraño". Nadie dice que la particularidad de su humor es que hace reír pero no participa de él. Nadie ha dicho que Tenorio es un maestro del Humor Negro. Que tiene páginas que deberían figurar en una antología de libelo universal al lado de La Rochelle y de Bloy, muy a pesar suyo, muy a pesar de la materia prima que ha usado para escribirlas: la literatura colombiana; detritus. Deberían acusarlo de haber vertido a una poesía muerta el genio doble de un poema original y apócrifo que se parezca a los de Borges (que son de los mejores pastiches en todas las lenguas) y que aun así siga siendo suyo.
El vencedor es Tenorio.

Por si no sabe de qué se está hablando:


Poema en el bolsillo I, por Hector Abad

Poema en el bolsillo II

POema en el bolsillo III

Harold Alvarado Tenorio reclama autorìa del poema olvido que seremos

Jean-Francois Fogel "¿de borges?"

Inèditos de Borges por Harold Alvarado Tenorio

Festival de poesìa de medellìn

El caso del poema, versiòn apòcrifa

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