Jean-Marie Gustave Le Clézio Premio Nobel 2008

octubre 09, 2008

Son la seis a.m, y acabo de enterarme del nuevo Nobel. Fracés. Perdí la polla (que así se le llama a las apuestas en Colombia). Llamo a mis contactos en todo el mundo, pero sólo dos me dan luces acerca de esta oscuridad:


El escritor nació en Niza el 13 de abril de 1940, en el seno de una familia bretona que se asentó en Isla Mauricio en el siglo XVIII. Casado con la saharaui Jemia desde 1975, tiene dos hijos y vive en Alburquerque (EEUU), aunque tiene residencias en Niza y en la Bretaña francesa.
Doctor en Letras por la Universidad de Niza, empezó a escribir con siete años, cuando fue a visitar a su padre a Nigeria, donde trabajaba como cirujano. Cuenta entre sus galardones con el Premio Renaudot, el más importante de las letras francesas, que obtuvo en 1963 cuando sólo tenía 23 años, por su primer libro: 'Le Procès-Verbal'.
También tiene el Paul Morand, por 'Désert' (1980), y fue elegido en 1994 mejor escritor francés vivo por los lectores de la revista 'Lire'.
Hasta hoy ha escrito alrededor de 30 libros entre historias cortas, novelas, ensayos, traducciones de la mitología india e incluso ha publicado volúmenes de fotografía y ha tocado además la literatura infantil y juvenil con 'Lullaby' (1980) y 'Balaabilou' (1985). Entre sus novelas más conocidas están 'El Africano' y 'Urania'.
Su última obra es 'Ritournelle de la faim', publicada este mismo año.

De padre inglés y madre francesa, vivió en la isla Mauricio, donde los paisajes marítimos despertaron muy pronto su imaginación. De niño soñaba con ser marinero, hoy día reparte su tiempo entre largos viajes (a México, sobre todo) y la escritura. Desde El atestado (1963, Premio Renaudot), que le concedió la notoriedad con sólo veintitrés años, sus novelas se suceden regularmente con una frecuencia de una cada dos años. Impulsados por la obsesión de la muerte, sus personajes tienden a la autenticidad frente a la alienación agresiva del mundo moderno, un ideal que los indígenas de México llevan a cabo con un modo de vida reducido a lo elemental, pero en armonía con el orden del universo; este ideal lo plasma en el ensayo El sueño mexicano (1988). Para Le Clézio, la escritura apacigua, deja sitio al silencio y permite acceder a lo más profundo. Pero la búsqueda interior pasa por la evocación de la belleza del mundo, la tierra, los paisajes y los ambientes originales, como en Tierra amada (1967), donde cada sacudida repercute sobre todos los seres. El bullir del mundo se opone a lo insignificante, a lo infinitamente mediocre de la cotidianidad. Una descripción minuciosa, rica en metáforas visionarias se pone al servicio de esta evocación contemplativa, aunque muchas páginas se abren a todo tipo de collages: recortes de periódicos, fragmentos de publicidad, listines, otros textos y objetos de desecho a los que devuelve su valor primigenio. Entre todos sus títulos cabe destacar un ensayo, Éxtasis material (1967), una serie de relatos, Mondo y otras historias (1978) y varias novelas, Desierto (1980), El buscador de oro (1985) y Revoluciones (2003). © eMe
Fuente:
El mundo.com

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