Cómo leer y por qué, de Harold Bloom

mayo 19, 2009

Harold Bloom
¿Y todavía hay alguien que se atreva a responder a esto?
Sí, Harold Bloom.

La distancia que media entre Harold Bloom y el resto de la crítica literaria mundial, es más o menos la misma que mediaba entre los escritores del Boom frente a Borges.

La diferencia entre los escritores del Boom y Borges es que García Márquez & compañía eran simplemente buenos escritores, a veces grandes escritores (no siempre) pero Borges era un sabio.

¿Por qué los críticos literarios mejores y de más acervo son siempre obesos?

Leer y fornicar. El único crítico literario aguzado, que al parecer no folla, ni se ríe, y que tiene menos de setenta kilos de peso, es el premio Nobel J.M Coeetze, quien por estos días estrena libro. Pero su delgadez se debe, sobre todo, a que es sudafricano. Y en Sudáfrica fusilan a los obesos.

Coeetze es una excepción: un genio literario que es un gran crítico. 

El resto, todos gordos.
Si son anglosajones, aun peor. Necesitan Bypass urgente. Los imaginamos como tipos que se la han pasado encerrados en una mansión victoriana leyendo libros y comiendo torta negra de la Nueva Inglaterra y asisitiendo de vez en cuando a bacanales.

Cómo leer y por qué fue publicado en New York en el año 2000, y en Anagrama en 2002. Es el colofón del curso que dicta desde 1955 en la universidad de Yale. La misma carreta, empujada por el filo de una pendiente, año tras año, lo ha hecho engordar y desgañitarse hasta el aburrimiento y sacar su gran conclusión:

"¿Por qué leer? Porque uno sólo puede conocer íntimamente a unas pocas personas, y quizá nunca llegue a conocerlas por completo. Después de leer la montaña mágica conocemos a Hans Castorp profundamente, y Castorp es muy digno de ser conocido." ―Bloom

El libro trata de convencer al lector de por qué leer cuentos, por qué leer poemas, por qué leer teatro y por qué leer novelas.

Por supuesto, como pasa con todos los programas de lectura y todos los buenos consejos que tengan para dar los maestros y los críticos sobre los libros, después de oírlos, uno sale con ganas de no leer.

El programa de lecturas de Bloom es magnífico: Melville, Faulkner, McCarthy, Don DeLyllo. Wilde, Shakespeare. Whitman, Dickinson. Gógol, Chéjov.
Pretende, sin embargo disuadir de algo que me parece una invitación a la pereza: leer a Jhon Milton y a Thomas Mann.

Si un crítico quiere alejar definitivamente a un espíritu desprevenido de la lectura el mejor camino es ponerlo a leer obras aburridas como El paraíso perdido o La Montaña Mágica, que recomienda Bloom. El aburrimiento es el peor pecado del arte.
El Mío Cid y las Soledades de Góngora van por la misma línea de recomendaciones.
Jorge Isaac (María) y Rodríguez Freile (El carnero) están en la categoría de somníferos.
El que empieza con eso no vuelve. A leer. Seguro.

Y el que no lee puede convertirse en presidente de la república.

Un verdadero crítico no recomienda libros para difundir la moral y las buenas costumbres ni la búsqueda de la personalidad. Los libros se recomiendan para subvertir. Para instigar las bajas pasiones, para enfrentar al hombre con su naturaleza criminal. Hay que recomendarle los libro a la gente amoral,a gente manchada de culpa, gente que después de leer a Buzzati y sentirse reflejada en el fracaso de un personaje como Geovanni Drogo entienda para qué sirve la literatura y sonría y siga leyendo o vaya a la viga y cuelgue la horca.

Seis principios dicta Bloom para la "renovación de la lectura".
A continuación los trascribo y trataré de comentarlos con brevedad:

  • 1. Límpiate la mente de tópicos.

(Un tópico es decir, por ejemplo, que un libro es Kafkiano. El crítico dijo que era un libro kafkiano, por lo tanto lo compramos, lo leemos y luego de leerlo lo recomendamos a nuestro mejor amigo con el mismo rótulo. Decir que tal libro es kafkiano es el peor de los tópico, porque todos los críticos del montón dicen que todos los putos libros que no se entienden son kafkianos, como si el mundo real no fuera de Kafka.
Otros tópicos:
Camus existencialista.
Rulfo costumbrista.)

  • 2. No trates de mejorar a tu vecino ni a tu ciudad con lo que lees ni por el modo en que lo lees.

(De acuerdo. Pero tampoco con amabilidad. El mundo no se transforma con amabilidad.)

  • 3. El intelectual es una vela que iluminará la voluntad y los anhelos de todos los hombres.

(El intelectual deslucirá los brillos, pondrá a todos al borde del abismo a saltar en la punta del pie, sobre una tabla de espinas y a reír si le quedan tripas para hacerlo)

  • 4. Para leer bien hay que ser inventor.

(El creador crea de la nada. El lector crea, a partir de lo que lee. Es decir que leer es entrenarse en imaginar.)

  • 5. Recuperación de lo irónico.

(En la página veinte lo dice así: "la pérdida de la ironía es la muerte de la lectura". Y después advierte: "enseñarle a alguien a ser irónico es tan difícil como instruirlo para que desarrolle plenamente su personalidad." No puedo estar más de acuerdo.)

  • 6. Leer profundamente no para creer, no para contradecir, sino para aprender a participar de esta naturaleza única que escribe y lee.

(¿Y después qué hacemos con esta millonada de lectores que escriben y de escritores que no leen, señor Bloom?)

Según Bloom, la respuesta definitiva a la pregunta "por qué leer" es la siguiente:

"Porque solamente la lectura atenta y constante proporciona y desarrolla plenamente una personalidad autónoma."

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