Blogs que nacen, blogs que mueren
agosto 10, 2010
El único género literario que no morirá es el diario personal. Un factor que lo hace persistir es que no necesita lectores. El otro, que no necesita una pluma genial: los mejores diarios pueden ser escritos por enterradores, putas, policías, asesinos, amas de casa y bandidos. ¿Un tercer factor? El que tal vez lo hace incorruptible: que no necesita edición, ergo libre, amoldable a cuadernos rústicos, moleskines, paredes, reservados de baños, ascensores, hojas sueltas, cajetillas de cigarrillos, palm, blogs o cualquier artefacto informático. Los blogs se asemejan a los diarios por ser la forma más barata de pensar públicamente. Por supuesto, hoy no vamos a discutir la calidad de los blogs. 90.000 nacen al día, y cerca de un millón cesan de fluir también en un día. Las estadísticas son de Thecnorati, aplicadas sólo a América del Norte, para plataformas Blogger y Wordpress. ¿Pero cuántos nacen a diario en Latinoamérica, el segundo pedazo de plataforma continental con menor acceso a la red? ¿Y los blogs de China, cuántos son, de qué tratan? Los blogs lograron cumplir un sueño que siempre tuve: un libro de unir los diarios personales de prácticamente todo el mundo: la historia secreta de las naciones. A veces pruebo a saltar de blog en blog en la barra de Blogger. ¿Ya lo intentaron? Es como visitar el Aleph de Borges. Parece que todos los pensamientos secretos y públicos, imbéciles y lúcidos de la humanidad estuvieran juntos. Leyendo El diario de hiperviaje (Una luna) de Caparrós, caí en la cuenta de lo monstruoso de ese mundo en que todos los pensamientos quedaran registrados. Dice Caparrós que “casi” es éste. Pues bien, los blogs son “casi” aquel libro monstruoso que creí fantástico, hecho sólo de diarios personales. Que no acumulen papel, lo hace por fin posible, extraordinario, ecológico. Ahora empiezo a entender a Vil Gates (sic) cuando dijo que no descansaría hasta acabar con el libro impreso. Los blogs que frecuento, por caprichos personales, refieren a libros. Ahí tengo una lista, a la derecha, de algunos preferidos por su honestidad intelectual, por la calidad de la información y por su persistencia sin paga. La primera semana de agosto me encontré con la noticia de que El ojo en la paja, de Camilo Jiménez, había anunciado su baja de estos ocios sin remuneración. Dice Camilo:
Y como al mismo tiempo nacen 90.000 al día, por suerte, en Junio, Saúl Álvarez Lara ha iniciado en Medellín, Blogs de El Colombiano uno que leí este fin de semana, completo, de arriba abajo, con la impresión de que estaba leyendo una novela que ya le hacía falta a Colombia: la novela hecha de comentarios marginales, de fragmentos sueltos, de bocetos y semblanzas. Se llama Marginalia, bello nombre, alusivo al las notas al margen y las viñetas que acompañaban los libros de universidad medieval. El blog está hecho de cosas vistas por las calles, de sueños y escenas cotidianas y una voz reposada que hila pensamientos y argumentos para mil libros que acaso no se escribirán nunca:
“hace tres años, cansado de la rutina, dejé una práctica que cultivé con disciplina desde mi adolescencia: dejé de beber. A las dos o tres semanas de régimen, una mañana tipo 6 am, luego de haber lavado los platos de la cena de la noche anterior, leído un par de capítulos del libro que estaba leyendo, mientras la ropa daba vueltas en mi lavadora, recostado en mi sofá, descubrí que existía algo que hasta entonces no conocía, algo llamado “sábados por la mañana”. En casi veinte años de tragos y conversaciones extensísimas no me había dado cuenta de que el tiempo es largo, se expande. El alcohol es un reducidor de tiempo---- Decidí entonces abrir esta página para compartir con mis amigos mis opiniones sobre las lecturas que iba haciendo y transcribir los textos que me gustan y que no circulan mucho por ahí. ---No, no fue que volví a beber. O sí, pero eso pasó hace casi dos años. El motivo de esta despedida es que de unos meses para acá advertí que no estaba leyendo y comentando en este espacio, sino que estaba leyendo exclusivamente para comentar en este espacio. Mis elecciones de lecturas comenzaron a girar en torno a este blog.--Así, se fueron acumulando en mi biblioteca frente a la que ahora escribo esta nota Ana Karenina de Tolstoi, La cartuja de Parma de Stendhal, Los miserables de Victor Hugo, la Trilogía de Deptford de Robertson Davies…”¿Y por qué no reseñar a Stendhal? ¿Ya se dijo todo? No lo creo. Pero ahorrémonos las despedidas. Del mismo modo en que los diarios personales acaban con la última página del cuaderno, y reinician cuando compramos el próximo, puede que tarde o temprano volvamos a leer un segundo volumen del Ojo en la paja con reseñas modernas de Tolstoi y Victo Hugo que bien podría llamarse La paja en la cama, o algo que englobe un nuevo tono, un tema, un estilo.
Y como al mismo tiempo nacen 90.000 al día, por suerte, en Junio, Saúl Álvarez Lara ha iniciado en Medellín, Blogs de El Colombiano uno que leí este fin de semana, completo, de arriba abajo, con la impresión de que estaba leyendo una novela que ya le hacía falta a Colombia: la novela hecha de comentarios marginales, de fragmentos sueltos, de bocetos y semblanzas. Se llama Marginalia, bello nombre, alusivo al las notas al margen y las viñetas que acompañaban los libros de universidad medieval. El blog está hecho de cosas vistas por las calles, de sueños y escenas cotidianas y una voz reposada que hila pensamientos y argumentos para mil libros que acaso no se escribirán nunca:
“Debo decir, entonces, que después de ese primer día he sido testigo de cosas que van y vienen o me han pasado por encima y nunca pensé que fuera a tener la oportunidad de hablar de ellas, sólo ahora. El nombre que me dio y el lugar donde me colocó quien me descubrió, aquí en esta página, me consintieron la función de hablar de mí, o bueno no precisamente de mí, de lo que pasa cerca, alrededor o encima. He visto piernas maravillosas, bronceadas, interminables, con entrepiernas misteriosas, pasar. He visto enamorados pelearse o darse cita aquí mismo al lado de donde me encuentro. Alguna vez un taxista me dejó caer encima un borracho que no tenía con qué pagar el servicio y allí se quedó hasta bien entrado el día, lo despertó la solanera. Hasta balas me han rozado pero nunca, lo puedo asegurar, un cartucho ha caído cerca, en general disparan después de una gritería que puede ser una persecución, una pelea o un baile a punto de liquidar. Una vez un temblor me agrietó el pecho, por eso el remiendo. En fin, he visto y escuchado. Como dije, somos muchos, en todas partes y cada uno con sus cosas. Por ahora no hablo más, ya vendrán otros, como nos pasa a todos, que contarán sus sueños o sus ficciones.”Ya vendrán.
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