Los diarios de Emilio Renzi (III)
marzo 29, 2017Miroslav Tichy |
Un día Julia lee el diario de Piglia y se entera de que sostiene una relación con su mejor amiga. Esa circunstancia patética que será el origen de la ruptura, resultará decisiva para las transformaciones que vienen (los viajes fuera del país, la definición de las ideas políticas de Piglia) y para que el autor del diario adquiera una conciencia de vulnerabilidad y de liberación a través de la escritura privada. Se vulnera si se expone, pero se libera si aquello se divulga. Julia es la primera lectora del diario. Piglia es el lector cero. Julia da un paso adicional: “Pido la palabra [] sabías que yo iba a ser tu primera lectora pero lo que no sabías es mi confusión al leer que dentro de unos años vas a releer el cuaderno y vas a creer realmente en lo que dice, porque es la confusión lo que me incita al sacrilegio de escribir en tu cuaderno para que un día yo no sea solo esa presencia indefinida que estructura tu relato”. Pide la palabra: hace cesar el monólogo. Escribe una entrada de su puño y letra. Una carta. Pretende llamar la atención en las dos esferas: en lo vivido y en lo registrado, donde no se encuentra. Dice interrumpir para dejar constancia de que no era una sombra, no era un pretexto para estructurar esa etapa del relato de la vida de Piglia: era parte de la vida del hombre. El que se enmascara. El que acaba de hacerle daño. Pero no contaba con que ese diario no era la vida: era una versión de las cosas. Renzi. El fragmento de Julia figura en cursiva. ¿Cuándo adquiere conciencia Piglia de que el diario es no solo un proyecto narrativo sino el proyecto literario que va a singularizar su obra? Desde muy temprano, pero solo empieza a ser una obra cuando Julia lee el diario en 1972 y le escribe ese reproche que cambia el sentido de su ausencia de los cuadernos. Piglia sabe que si no hay obra, literaria, el diario se invalida. La lectura de Julia hace que el diario tenga sentido por ser ella un testigo interesado, comprometido, implicado. Para ella el diario tiene consistencia: se erige como el testigo de su desgracia. Cuando se busca, no se encuentra. Encuentra a Renzi. Renzi es el experimento de Piglia. El experimento para imaginar lo que fue su vida imponiéndosela a otro. La conciencia de que los diarios serían publicados es, durante años solo un proyecto inviable. Su realización empieza a ser latente en la evidencia de haber sido leído. El diario va a existir si él escribe cada día un fragmento de su pensamiento o una descripción del quehacer, pero solo será posible tener lectores para ese diario si una obra literaria respalda y atrae sobre el diario la mirada. Sus lectores, estamos contenidos en la mirada de Julia. Por un momento, después de 50 cuadernos, la condición se cumplió. Pero la probabilidad de existencia es aún inviable: la idea de diario publicado (el diario privado que se hace público) es anterior a la preexistencia de la obra. Es decir que no basta con desear su publicación. El diario solo será posible a condición de que su escritura avance y se detenga en un punto. Ese punto es la muerte del autor, o la dejación de la escritura. Mientras, solo podrá existir como un proyecto de obra en marcha, inacabado, que es lo que seguirá siendo por 40 años más. El 15 de enero de 1969 dice que empezó a escribir el diario para Elena, su primera compañera, para que ella lo leyera. En una biografía de Tolstoi encontró el argumento de un hombre que da a leer su diario de juventud a una muchacha que se escandaliza por la violencia y promiscuidad del autor. Es como imagina su caso, dice. Y años después le ocurre lo pensado, con Julia. El sábado 12 de 1968 pone al final de la entrada: “Ver qué se puede rescatar de aquellos tiempos. ¿Y qué será esa re-escritura? ¿Una lectura escrita de una escritura vivida?”. Una de las obsesiones literarias de Piglia residía en el poder de atracción y la forma de auto-representación en los diarios de otros escritores. Fatiga el de Tolstoi, el de Kafka, el Gidé, el de Musil. Pero es el de Pavese el que lo determina, el libro fundamental que sirve como espejo. El oficio de vivir, donde encuentra a un Pavese encarcelado, con tres años sin ver a su mujer, escribiendo sobre poesía (paradoja). Dice Cesare Pavese en el Diario del 31 de marzo de 1946: “Quien se equivoca es el que no comprende aun su destino. Esto es, no comprende cuál es la resultante de todo su pasado, que le marca el futuro. Pero entiéndalo o no, se lo marca lo mismo. Cada vida es lo que debía ser.”
Lo pregunta una noche, cuando venimos de visitar a una mujer que se ha roto un brazo. En la sala de visitas había una bebé. Cuando a la bebé de 9 meses la amonestan por echarse a la boca un objeto, reconoce el tono y responde con un sonido que es un tono de rechazo a su vez. Cuando llaman a la bebé, para que intente dar unos pasos, comprende el llamado y avanza hasta que las piernas llegan al límite de resistencia y la dejan caer. Cuando le hablan y ella intenta hablar dando balbuceos, ya está el lenguaje moviéndose en su pensamiento. Ya hay ideas que son anteriores a las palabras, deseos y negaciones. Pero no hay palabras. No serían necesarias, si no hubiera un sistema. El idioma materno se cifra en una forma de articular palabras que habrán de convertirse en formas sintácticas con sentido, formas que podemos producir nosotros para que los demás nos entiendan. Pero eso es solo la adquisición de la norma. En adelante vendrá un sistema de agregación de “cultura” a través de esa norma, convertida en educación y gramática. Lo que ocurre con una lengua es la creación del vínculo, el idioma, sucesor del cordón umbilical, por el que se suministra la cultura, los códigos morales, el control, el adoctrinamiento que nos convierte en parte de una cadena de producción. Vemos a la niña y no vemos aún su futuro. Ella tampoco puede verlo. Puede avanzar hacia eso que hará, que será. No podemos ver nuestra vida. Entonces lo pregunta. Me pregunta si esta temporada ha sido importante en mi vida. Le digo que podré contestar a eso aproximadamente dentro de diez años, cuando la cadena de acontecimientos que provocó el haber venido aquí se vea desde lo alto.
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