Hernándo Téllez, Cenizas para el viento

diciembre 14, 2008

Si Hernando Téllez viviese, hoy tendría cien años, sería el mejor cuentista del país y uno de los mejores del continente. Lo odiarían, por su puesto, la mayoría de los que hoy se hacen pasar por novelistas, y todo por su vieja maña de desenmascarar impostores y ensalzar malditos. Yo sólo he leído un libro de cuentos llamado "Cenizas para el viento" editado en Cara y Cruz de Norma, pero daría un millón (de los 2 billones que tengo en Belice) si alguien me consigue la primera edición de su Diario.

Cenizas para el viento es un libro mínimo de cuentos ambientados con lo peor de esos años 1948-57 llamados La Violencia en mayúsculas aquí en Colombia. En realidad sigue siendo la misma violencia de antes pero sofisticada en vileza y multiplicada al extremo. Si los cineastas de Colombia leyeran estos cuentos tal vez convertirían a Téllez en su guionista de cabecera. Pero los cineastas de Colombia no leen. Hace muchos años Carl Wets adaptó para cine La mejor de mis navajas sobre un cuento de Téllez. ¿Recuerdan a Jairo Camargo haciéndole la chuler a un coronel del ejército que acaba de fusilar a sus compañeros revolucionarios? Es uno de los mejores cortos cinematográficos (que vale por diez películas colombianas). Muchos de quienes lo recuerden etal vez no se hayan percatado de un letrerito blanco hueso que en el más fugaz de todos los créditos, antes de que ruede la película, dice: "basado en un cuento de Hernándo Téllez". Pues bien, yo no lo podía creer: si alguien hizo esa historia primero como cuento, yo tenía que leerlo. Así que hace diez años detuve el VHS en los créditos, copié el nombre, fui a una biblioteca pública y me robé los cuentos de Hernándo Téllez. Arrepentido, lo que se dice, ni de sombra.
Que se arrepienta Mancuso.
Que se arrepienta Macaco.
Yo no tengo de qué arrepentirme si por cada libro que me he robado a mí me han robado diez. Los cuentos de Téllez son obras de fineza. Una rara virtud al trabajar con el horror explícito. En sus cuentos no hay lugar para mensajes morales. Los personajes son llevados al extremo. Téllez es un cuentista con una estética tan macabra como la de Bierce, pero con la mesura y el distanciamiento irónico de Isaak Babel. Sus finales son exactos: una imágen que parece un ex abrupto, pero donde está contenida toda la tensión del relato. Las frases de Téllez son cáusticas. Como Bábel, sabe que cuando algo se dice, también se maldice. El ruso escribió que una frase nace buena y mala al mismo tiempo pero que el arte verdadero está en el giro para enderezar lo chueco; un poco viendo la escritura como jardinería, o como arte culinario.
La ruina de un escritor, su fracaso más estrepitoso, se advierte en la descripción. Porque describir no es hacer inventarios, sino el efecto que lo que se describe causa sobre el sujeto, como hace Téllez.
Imágenes: La mejor de mis navajas- dirección Carlos West

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