Sangre iconoclasta
mayo 19, 2010Los que me odian me llaman “el loco”. Los que me aman, me llaman “el marihuano”. Para los demás soy “el hermano del doctor”, en alusión al dueño de toda esta tierra, que es mi hermano.
¿Mi nombre? Tengo muchos. No importa ninguno. Soy un contemporáneo. ¿Qué significa ser contemporáneo? Estar vivo. ¿Amigos? No tengo amigos. ¿Colegas? No tengo colegas. Collegas viene de colligare, ligar, pichar, al mismo tiempo. A la generación de artistas de la que provengo la pulverizaron en la gestión. Sólo hicimos una exposición en conjunto: el salón de artistas del año 82. Recuerdo que García Márquez acababa de ganar el premio Nobel. Yo expuse una mesa una abstracción de su obra a elementos metafóricos. Sobre la mesa, un libro; y sobre el libro, unas guayabas pichas. El libro, por su puesto era la primera edición de Cien años de soledad, sudamericana editorial, con un galeón en medio de la selva. Estaba fijado a la mesa con remaches. Quien se acercara y abriera el libro, por simple curiosidad, se encontraría no con la historia de Úrsula Iguarán, sino con fotos pornográficas. Era una instalación. Mezcla de escultura y pintura. Acción. Arte vivo. Detrás de la mesa, un enjambre de mariposas en cartón. Amarillas, por más señas. Y entonces fue el escándalo: “¡pero si acaban de darle el premio Nobel, apátrida!”.
¡Pues por eso!
Mi vecino expuso un andamio de ladrillos. A su debido tiempo, cuando ya la sala estaba llena, empezó a arrojarlos sobre los visitantes. Fin del salón: todos los artistas encarcelados. La obra, muerta. Tuvimos que enterrarla. Al salir de la cárcel, hicimos una ceremonia con música de Vangelis y la enterramos en el Museo de la Casa Custodio García Rovira. Uno de los artistas, fue enterrado vivo. Cuando empezó a faltarle el aire, tuvimos que sacarlo y llevarlo al hospital, y así acabó la ceremonia, y quedó enterrado el arte. Aun espera el curador que abra la tumba y lo rescate.
Yo no soy un pionero. Soy el primer y último artista de esta familia. Ellos me llaman “el loco”. Tengo por mascota diez caracolas. El viernes hubo fiesta. Sacaron mis caracolas y les echaron aguardiente. Me emputé. ¡Respeten mis caracolas! ¡Con mis caracolas no se metan, hijueputas! “Ya viene el loco”. “¡El loco cuidando sus caracolas!”. Les tiré la mesa y las botellas de Whisky se volvieron trozos. Después del show, ya no se metieron más con mis caracolas.
Tuve tres esposas, pero ningún hijo. El día que tuviera un hijo, hubiera dejado de ser artista: todo mi dinero sería para alimentarlo.
¿Por qué no me fui? Mi problema no fue geográfico. El medio es hostil. Colombia no tiene público para el arte. Demasiada hambre. A la gente le basta con un sueldo y un hueco caliente para meter la verga. Pero el problema no está en la falta de arte, está en los artistas. ¿Dónde están los artistas? Haciendo esculturas y conciertos para el gobierno.
Mi lastre es doble: por un lado, tener éste apellido hizo que mis compañeros de generación me tuvieran tirria. ¿Cómo podía ser un verdadero revolucionario y un verdadero artista con ese apellido?
Y el lastre de mi familia: ¿qué crimen cometieron para tener un hijo así?
Yo me encierro. Si no quiero hacer nada, no hago nada. Si quiero guadañar, salgo a guadañar. Si quiero barrer, salgo a barrer. Si me quiero encerrar en el taller, me encierro. Todos sospechan de mí. ¿Qué leerá? ¿Qué fumará? ¿Todo el día encerrado? Eso es que debe ser marihuanero… Culpa de la fama. ¿Cuál es la interpretación de una obra? ¿Quién puede decir qué es arte, o qué no lo es?
(Se emborracha en una tienda, a orillas de la carretera polvorienta que conduce a la cárcel de Palogordo, en Piedecuesta, Santander; dice que trabaja en una obra sobre los objetos de la infancia. La veo. Es monumental. Cuadros de dos metros por 1.50 cm. Me acuerda de Neruda: ¿Es verdad que se prepara la insurrección de los chalecos? ¿Por qué otra vez la Primavera ofrece sus vestidos verdes? ¿Trabajan la sal y el azúcar construyendo una torre blanca? ¿Es verdad que en el hormiguero los sueños son obligatorios?–Más en: Libro de las preguntas-).
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