Los tres usos del cuchillo, David Mamet

mayo 14, 2011


El destino de un hombre se puede esquematizar como un drama clásico dividido en actos.
1. Acto. La infancia, o escena del nacimiento y el reconocimiento. En donde el héroe vive en un remanso o infierno que determinará, sin saberlo, todo lo que vivirá, o todo lo que sufrirá. Aquí se configura la noción de desamparo o protección (según le vaya). Aquí se definirá la ética, la disciplina y el sentido de la autoridad. Los conflictos son múltiples, pero son tomados como juegos. Pero estos juegos son proyecciones del futuro. Disyuntivas. Elecciones teóricas. La infancia es peligrosa porque lo define todo.

2. Acto. La juventud, o escena de la elección. En donde el héroe debe plantearse un objetivo al cual servir o perseguir. Aquí se goza de plenitud, de fuerza, de lucidez. El héroe debe asumir un rol. La gama de elecciones se le presentan como múltiples y tentadoras. Pero la disyuntiva radica en si hay que desear algo o no. De esta etapa, del grado de indecisión o arrojo que se tenga, depende cómo le vaya en la siguiente, pero al mismo tiempo puede no elegirse nada y prolongarse el acto por el resto de la vida: negarse a crecer.

3. Acto. La madurez. O escena de la responsabilidad, del YO y la comedia de la eficacia. En donde el héroe enfrenta la crisis del yo elegido, y debe demostrar si será capaz de sacrificar la respetabilidad, libertad, tranquilidad por obtener su deseo. Si estará a la altura de las circunstancias para defender su elección, si hubo elección, o si no la hubo. Aquí se muestra con obscena crudeza la vida que le tocó en suerte. Del grado de resignación o lucha dado aquí y de la forma de encarar los conflictos de esta etapa, dependerá la última escena.

4 Acto. O escena de la muerte (de la claridad). En donde se decide si la obra es una farsa, un melodrama, una tragedia, un sainete, un entremés, o una comedia. Aquí el héroe debe asumir su destino porque el tiempo es irrecuperable y no tiene más remedio que entregarse al sufrimiento, o al absurdo, que en últimas son las consecuencias de todos sus actos. Luego, caerá el telón.

Y ese es el destino.

Nota: No están contempladas las contingencias, ni las circunstancias paradigmáticas: no están contemplados los matrimonios, ni los hijos, ni las adicciones, ni los accidentes (que en conjunto operan como las pruebas y beneficios y percances de una vida). Tampoco el hecho de que una etapa se prolongue por el tiempo y el espacio de otra. También hay niños eternos, o eternos adolescentes, gente que no elige.

Nota 2: David Mamet divide todo en tres actos, los tres usos dialécticos del cuchillo (tesis, antítesis, síntesis), y esto le sirve para hacerle el guión a cualquier cosa, inclusive, a la vida.
Pero a mi juicio los actos son más, o son menos, según el partido que nos toque jugar.

Título: Los tres usos del cuchillo
Autor: David Mamet
Alba Editorial s.l.u.
Barcelona
111 páginas

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