Un soplo de vida, de Clarice Lispector

marzo 18, 2009

Una novela hecha con pedazos de otras novelas… No es mala la idea, Clarice Lispector. Dadme un borrador y os daré una novela, dicen por ahí. Ayer leí tu libro y me dio por escribirte. Tal vez porque me parece una enormidad de mole lo que hiciste con moronas de ladrillos sueltos; tal vez porque a mí me resultaría un gazapo intentar algo así, te escribo.

A ti te interesan los mecanismos de del pensamiento y de la creación.
A mí los motivos de la gente y la oposición de sus acciones: los asesinos que emanan ternura, las madres que sienten una mezcla de asco y lástima por su propia prole.
Te resultó fluido a pesar de que tenías que ser legible casi en la penumbra.
Yo empezaría un libro como el tuyo diciendo “voy a ser complejo”.
Tu dices: “sólo unos pocos elevados podrán entrar en mi escritura”.
Yo destierro de facto a los elegidos y anuncio: "sólo mis enemigos podrán leerme".
Si me dices quiénes son tus elegidos, te diré quiénes son mis enemigos.

Estuve a punto de robar tu libro de una biblioteca. Era muy fácil llevárselo. Pero no lo hice. Ya no robo libros. Alguna vez lo hice, pero por cada libro que robé a mi me robaron diez estos esbirros. Dejé tu libro allí, en la estantería que no desempolvaba nadie. Algún día alguien se tropezaría con su título. Un soplo de vida. Algún día alguien desprevenido abriría sus páginas y leería: “soy feliz a deshoras, infeliz cuando los demás bailan”. Y se impresionaría seguramente del oxímoron.
Se detendría en las oposiciones tenaces. Tomaría otra página, y leería: “mi corazón está frío como un cubo de hielo en un vaso de whisky”.
Y ya no podría dejarlo.
Miento: sí podría.
Es un libro para iniciados. ¿Iniciados en qué? En aprender a morir.
Tu última novela no es una novela. Es el diario de una imposibilidad. Un autor anónimo y el diálogo con su personaje, Angela Pralini.
¿Trasunto de Clarice Lispector? ¿Así te sentías? ¿Tu vida era la fantasía de otro más abismado? ¿Pero quién puede asegurar que su vida no es la invención de otro? Al personaje femenino de tu libro le das un nombre, pero no un rostro. Ya sé lo que me dirías. Un nombre es un rostro, o algo así. Tal vez, Clarice. Pero este rostro es para mí tu rostro quemado con gasolina. Es tu rostro sesgado siempre ante las cámaras que querían capturar tu belleza esquiva de Ucrania. Pensé en ti mientras te leía mi ucraniana, mi brasilera. Tú lo escribiste mientras te ibas muriendo. Por un instante releeo otra de tus ideas, la más aguda.
La escribiste para un tipo como yo:
“soy un marginado, marginado porque escribo. Porque en vez de seguir por la carretera ya abierta me interné por un atajo”.

Sí.
Así nos sentimos todos.
No vas sola por ese atajo.
Lo escribiste en masculino. Lo escribiste para mí. No es infatuación. Ya sé que no me elegiste. Yo te he elegido. Y a tu lado había cien, y a tu lado había mil. Era una biblioteca.
Ahora ya va siendo hora que me despida.
Ya me interrumpen, ¿cómo puede alguien escribir nada que valga la pena si es interrumpido a cada paso?

El resultado fatal de que yo viva es el acto de escribir.
¿Escribo o no escribo?
Saber desistir. Retirarse o no retirarse: esa es muchas veces la cusestión para un jugador. A
nadie le enseñan el arte de retirarse.
Te amo tanto como si siempre estuviese diciendote adiós.

Yo poní cada cosa en su lugar. Eso es: poní. Porque " puse" parece herida fea y parduzca en la pierna de un mendigo.Si se lo cuida bien un pedazo de papel no se acaba nunca.
Meditar es un vicio, uno acaba tomándole el gusto.
Todo nacimiento es una crueldad. Se debería dejar dormir a quien quiere dormir.
Me he curado de la muerte.

Un soplo de vida-Editorial Siruela Madrid, 1999

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Maneki-Neco

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