Vida y destino, Vasili Grossman (V)

enero 22, 2011

Defensa de Stalingrado-Soldados rusos
Hoy, después de dos semanas, y uno que otro desaliento, terminé la lectura de Guerra y Paz. Es la novela total, modelo para las novelas latinoamericanas del boom. En Guerra y paz Tolstoi implementa el alcance y la profundidad de un método literario aplicado a una nueva forma de abordar la Historia, donde la Historia (“la verdad”) es lo que menos cuenta. Novela que atraviesa un siglo, que inserta la vida de un centenar de personajes entre los que ese hallan hombres públicos como Alejandro Zar de Rusia y Napoleón Bonaparte, hasta el soldado más ingenuo de la batalla de Austerlitz y Borodino. Desde la vida en los salones aristocráticos de San Petersburgo hasta las lar penurias que atraviesa un batallón sin viandas y con su impedimenta al hombro por una estepa sombría. Tolstoi pretendió dibujar las leyes de todo el movimiento social de un país. La suma de las partes de esta novela puede transformar la comprensión política, ética y social de un pasado histórico, si se lee, claro. Al comienzo de las 15 partes que conforman el corpus del libro, y ya abierta y descaradamente en el apéndice, un Tolstoi que a veces cumple el papel de entomólogo y compara el accionar humano con la vida de las abejas, o de los monos, o de las hormigas, y a veces situado en el papel de moralista sin mácula, de falso estratega o de historiador, interviene en la novela con total desfachatez para advertir al lector cómo debe ser entendido el siguiente pasaje que va a narrar o que está narrando. Su historia no es la Historia, dice, porque la Historia no puede ser entendida como hasta entonces (1805, el tiempo de la novela) se entendía: la historia de los pueblos no es la historia de sus gobernantes y de las decisiones políticas que condujeron a la realización de un hecho, sino las causas que obraron en el conjunto de una sociedad para permitir que en determinado momento se diera un florecimiento o un retroceso o una guerrita. Es en el epílogo donde aquella voz que durante toda la novela irrumpía para ironizar sobre las exiguas y subjetivas explicaciones que dan los historiadores del mismo hecho se impone una vez más y Tolstoi hace lo que le está prohibido a todo escritor: explicar su novela. Tal vez no era ingenuidad: al relativizar todo lo que se había tenido como Historia (esto es: los documentos que registran el proceder de los gobernantes, la memoria aplicada a folios empolvados) y al bucear en las causas personales que llevaron a cada uno de sus personajes a participar en la guerra contra Napoleón y al mismo Napoleón y a sus hombres a emprender la campaña contra Rusia; al definir la voluntad humana con una nueva teoría filosófica sobre la libertad y la necesidad; al dibujar de fondo las sutiles reglas del poder; tal vez así, digo, Tolstoi suponía que la literatura derrotaba a la historia y que la historia había llegado a su fin.
No se equivocaba del todo. Creo que las leyes y decretos y disposiciones de un gobierno solo son la parte más visible del engranaje, pero que a través de las sutilezas que queramos o no conforman la vida (el amor, el dolor, la frustración, la pérdida, la muerte), la vida entendida como suma de vidas (desde el ciudadano más insignificante de una sociedad hasta el más ensalzado), al rastrear la suma de todos esos instantes (y su relación con el momento en que viven), sólo así puede vislumbrarse una cara de la verdad que ayude a entender el pasado. No hay verdad total, puesto que la historia es una opinión, y los novelistas hombres y mujeres que comen y defecan, que odian y sufren de envidia, que se interesan por nimiedades y luego las ensalzan y las convierten en hechos indiscutibles: el “genio” de napoleón y la “magnanimidad” de Alejandro I, la “generosidad” del pueblo ruso y la “nobleza” de sus linajes.

La historia

Si quieres la paz, prepara la guerra. Guerra y paz. Paz en los salones de la aristocracia (donde se abona la guerra) y guerra en la estepa, donde no se ensucia de polvo y lodo la aristocracia. La primera escena se da en el salón de una duquesa en donde se ha dado cita lo más excelso de la sociedad rusa. La segunda parte es la batalla de los 3 emperadores (El zar, el emperador de Austria y Napoleón), mejor conocida como Austerlitz. Vencerá: Napoleón. Después de la derrota hay un encuentro fugaz entre emperadores y se pacta la paz. Paz de opereta, de nuevo, porque en las siguientes secuencias veremos a Napoleón atravesar Polonia, Prusia y tomar Moscú (sin ver a nadie) y al Zar Alejandro convocar a la carne rusa para expulsar una vez más al invasor de la madre patria (huyendo al ritmo que marca el mejor de sus generales: el invierno). Es la historia de cuatro familias (Kuraguin, Vezhukov, Volkonsky, Rostov,) con el corazón de sus hombres repartido entre la paz y la guerra, entre la dignidad de vivir como héroe en la paz y la aventura de ir a la guerra, y el de las mujeres partido por el desconcierto y la soledad y el ascenso social. Nadie es feliz en esta novela. El príncipe Andrés deja a su mujer María, la más bella de Rusia, para buscar en la guerra una hazaña inútil, se enfila y no triunfa, y su mujer muere en la ausencia. Es la historia de la hermana de Andrés, la heredera más rica de Rusia, pero al mismo tiempo la mujer más fea, condenada a tapar su fealdad con actos de caridad, y a cuidar de su padre enfermo, el viejo que le recrimina la fealdad, la bobería y su ociosa sobreprotección. Es la historia de Pedro Bezukhov, el bastardo, heredero de una fortuna que atraerá hacia su figura el amor interesado de una mujer y el desprestigio de su infidelidad. Es la historia de Natascha Rostov, desheredada, condenada a coquetear con todos y a enamorarse de un viudo millonario y a ser despreciada por no tener dote. Es la historia del príncipe Bezukhov, obligado a casarse con alguna rica heredera para refrenar la bancarrota de su fortuna en decadencia, y no con su prima, de la que está enamorado desde que eran impúberes. Es la historia de un general que alcanza la gloria huyendo de las batallas (Kutúsov). Es la historia brutal de la batalla de Borodino, donde los rusos vencieron a los franceses sin saberlo. Es la derrota de Napoleón por el invierno ruso. Es la caída gratuita de Moscú, la joya del Zar, y la posterior retirada de un ejército desmoronado por el germen de su propia destrucción (la expresión es de Tolstoi).
En fin: la paz es un baile de salón. Nunca habrá paz; el mundo lo decide Marte.

El estilo

A veces es novela lineal, decimonónica. Pero en los clímax (las batallas) se vuelve contrapunto. A veces es discurso filosófico (Apéndice-epílogo), a veces diálogo socrático (Andrés y Pedro dialogan sobre el matrimonio); a veces diario (de Pedro), a veces epístola (de la Princesa María a Andrés, de Napoleón a Alejandro), a veces crónica (Batalla de Austerlitz, de Borodino), a veces biografía (Napoleón, Kutusov, Alejandro, Conde), a veces historia (caída de Moscú), reporte científico, entomológico, paleotológico, a veces moralina tolstoísta, a veces se acerca a la poesía y al monólogo interior (delirios de Pedro), y finalmente da una suma de registros que se ponen al servicio de la mejor literatura.
Lo más interesante en la construcción de personajes de Tolstoi son los contrastes morales: (María) la hija que cuida de su padre hasta que un día desea verlo morir, el oficial Andrés que vio morir a miles de hombres a nombre del Zar y de Napoleón y pocos días después ve al mismo Zar y al mismo Napoleón estrecharse de manos, lo que le lleva a cuestionar el total desprecio por la vida humana que tiene aquellos que ejercen el poder absoluto. Captar estas evoluciones morales de los personajes es sencillo por las dimensiones del libro (1000 páginas), pero es espléndido el modo en que Tolstoi en un instante, con un gesto, es capaz de llevar a un hombre devoto a ser vil, de la masonería al escepticismo total (Pedro) y del escepticismo al anarquismo, de la inclemencia a la bondad (el viejo conde). Algunas traducciones traen un Apéndice llamado “A propósito de Guerra y paz”. Allí Tolstoi expone por qué no debe considerarse Historia ni Novela a su novela histórica. Pero nunca dice en qué lugar debemos clasificarla.
¿En dónde la ponemos? ¿Junto a El tambor de hojalata y las memorias de Churchill? ¿Entre Cien días que estremecieron al mundo y Entrevista con la historia? ¿Junto a Viaje al fin de la noche, y antes del El águila y la serpiente? ¿Frente a Vida y destino de Vasili Grossman?
La guerra y la paz, Traducción Alejandra Uchmany-editorial Porrúa, 1987.

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