El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad

agosto 29, 2011

9. Uno con una excelente versión cinematográfica (Reto 30 libros)



Creo no cometer un error garrafal al mencionar la película de Francis Ford Coppola como la mejor adaptación de El corazón de las tinieblas de Conrad. Sobre todo, porque es la única (que he visto). Coppola toma un mito para explorarlo en su vigencia contemporánea. Por eso la historia del film ocurre en Vietnam, durante la invasión de Estados Unidos, aunque en el libro de Conrad la historia ocurra durante la colonización belga de Congo africano. El mito que subyace es el del poder absoluto, el determinismo paneuropeo, que se abroga como bandera la colonización imperialista, la extracción de recursos y vidas para después llamarlo “modernización de los pueblos bárbaros”. En la película de Coppola el imperialismo lo imponen los norteamericanos; en Conrad, los belgas. La película de Coppola es una variación bélica de la trama esbozada por Conrad cien años atrás: un comando, el capitán Willard (en donde Conrad ha puesto al marfilero Marlow) debe remontar las aguas de un rio del Vietcog (donde Conrad había puesto las aguas del Congo) para someter por la razón, o por la fuerza, al coronel de ejército norteamericano Kurtz (Marlon Brando, donde Conrad había puesto al Kurtz original, empleado de la importadora de marfil de las indias occidentales) que se ha aliado con los nativos para gobernar su propia guerra. En la novela de Conrad el viaje lo hace un funcionario de la compañía de importación de las indias occidentales para reencausar a un funcionario que ha fundado una secta y una exportación personal de marfil, convirtiéndose así en la competencia del ente colonizador. En ambas piezas se da la conversión moral de los dos protagonistas (converso y disidente) y el descubrimiento de la injusticia y la barbarie en un territorio de nadie. Coppola ha logrado hacer una pieza cinematográfica (una obra de arte) derivada de un texto literario al que no socava, ni envilece, sino revitaliza. Esa es una regla que debería firmarse en cada contrato en que se pacta la adaptación de una novela a un lenguaje nuevo como el cinematográfico: que la película final sea una pieza independiente, con el rótulo: “basada en” y no una transposición secuencial que generalmente fracasa ante su predecesor y le resta lectores al libro. Así el cineasta tendría todas las licencias, y el escritor la garantía de que si el film resulta un bodrio, su obra no será la culpable. En el caso de Apocalypse Now la película está tan viva como el libro que la inspiró. Cuenta Marck Kravez que los helicópteros contratados por Coppola en Filipinas para el rodaje abandonaban el escenario en ocasiones para ir a ametrallar con balas de verdad a los maquis musulmanes que por entonces se alzaron en armas al sur del país. En esa misma entrevista, donde un Coppola soberbio equipara el poder del cine al del poder político y se cree tanto o más importante que el presidente de USA, le preguntan qué lo llevó a elegir la voz de Jim Morrison y la música de The Doors para abrir y cerrar la película, y contestó que había conocido a Morrison en la UCLA de los ángeles cuando ambos eran estudiantes y que le dio la impresión que el estado de ánimo de su amigo era como la propia guerra de Vietnam.
Se llama Apocalypse Now, pero bien podría llamarse Ensayo general del fin del mundo.

Apocalypse Now, dirigida por Francis Ford Coppola; Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas, Bibliotecas personal Borges, traducción Sergio Pitol.

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